lunes, 28 de noviembre de 2016

¿Educamos eficientemente al discapacitado Intelectual?

Corría la década de los años 80, la sociedad ya iba asumiendo la problemática de los niños discapacitados, El Ministerio iba legislando normas y leyes para la formación del profesorado de Educación Especial, se iban construyendo nuevos centros para esta clase de alumnos etc. En fin, se iba ganando poco a poco la batalla y el olvido en que estos niños y jóvenes se encontraban.  Ante todas estas situaciones nuevas yo siempre me hacia la misma pregunta: Estamos educando eficientemente a esta clase de niños? Muchas incógnitas se me presentaban, y siempre me surgía la misma pregunta. Qué es educar? Qué entiendes por Educación con mayúscula? Y yo mismo me daba la respuesta. Si lo miramos bajo el prisma de la Teología llegamos a la conclusión, que educar es preparar para la vida, para la vida temporal y para la vida eterna. Nuestra misión de educadores debe de consistir en conducir al niño hacia la vida, por la vida y para la vida. Pero quienes deben de educar?  Decía el papa Pio XI y la experiencia nos lo confirmaba, que la Educación es obra necesariamente social, no solitaria. Rápidamente me viene a la cabeza los tres tipos de sociedad necesarias, distintas pero armónicamente unidas por El Creador, en el seno de las cuales, nace el hombre: Familia, Sociedad Civil, Iglesia.

Alumnos en clase con profesora.
 Vemos por tanto que es La Familia, después de la potestad divina de la Iglesia a quien corresponde este derecho inviolable, pero no despótico de educar a su prole.
Entonces qué es el maestro, el profesor? Yo me atrevería a decir sencillamente, que es el delegado, el sustituto, en cierto sentido, de esas tres sociedades, pero de una manera preferente de la familiar y civil y aún diría más, es el encargado, por la autoridad civil, para dar la formación, que por derecho natural compete a los padres.

El hombre que tiene en sus manos el porvenir de unos niños y diría más, es el forjador del hombre del mañana en toda la extensión de su ser.  Los Maestros de la Enseñanza Primaria como nos llama la legislación vigente (recuérdese que estamos en los años 80) quizá en teoría hayamos tenido una formación inferior a otras profesiones, pero en la práctica nuestro caudal de conocimientos necesita ser casi enciclopédico. Ahora con la aprobación de la nueva Ley de Enseñanza Primaria se ha ampliado esta formación básica de lo cual me alegro enormemente. En cuanto a la actuación de los maestros siempre, bajo mi punto de vista, siempre, hemos pretendido ser formadores de la Inteligencia, del Carácter, de la Voluntad etc. de cuantos niños y jóvenes se nos ha confiado. Pienso que si alguno no actuaba de esta forma se habrá engañado a sí mismo.
Cómo es el discapacitado intelectual? Yo me atrevo a decir que substancialmente idéntico al niño normal. Ontológicamente también, pero porque es insuficiente psíquico surgió la desadaptación caracterial, pero es esta desadaptación la que paulatinamente va agravando su desajuste psíquico.
Llegado a este punto yo me pregunto: Cómo debe de ser el Maestro (yo siempre empleo la palabra Maestro, no la palabra profesor) que se dedica a la enseñanza de los niños discapacitados intelectuales? Yo me atrevo a decir y a afirmar, que debe de ser como el maestro de niños “normales” y un poco más. Este poco más me es difícil decir en qué consiste: Lo del normal llevado al máximo. Además: Salud física, temperamento alegre, resistencia nerviosa, optimismo, mucho optimismo, tenacidad, gran sensibilidad, amplia intuición y comprensión, espíritu de sacrificio y abnegación y todo esto lo podemos sintetizar en una palabra: Capacidad de autoeducación, pues difícilmente influirá en la conducta del alumno si no es capaz de superarse a sí mismo.  Tengamos siempre muy en cuenta, que el niño, el joven discapacitado intelectual no ve las cosas tal como la sociedad se las presenta, sino bajo el prisma de sus intereses, que en esencia están desajustados a la realidad. Pero yo me pregunto: podrá el niño, el joven discapacitado soslayar la educación recibida en los ambientes desfavorables de la sociedad?

Decía un pensador español que “La Pedagogía es la ciencia de transformar las sociedades”.  Es fácil que nunca se haya realizado tan categóricamente como decía este señor. Pero que La Pedagogía ejerce un factor decisivo en el rumbo de las sociedades, nadie lo pondrá en tela de juicio.  Podemos preguntarnos si La Pedagogía Terapéutica no tiene que ejercer el mismo influjo transformativo.
Alumnos en clase con el profesor.
Los que durante tantos años nos hemos dedicado a esta especialidad educativa vemos y comprobamos cómo nos entregan al niño discapacitado, cuando llega a nuestras escuelas, infravalorado muchísimo más que lo que sus aptitudes dan de sí. Acomplejados, niño y padres hasta tal punto, que ambos procuran esconderse, huir de la sociedad.  El niño cuando llega a nuestras manos, en su mayoría, está infravalorado, mimado, superprotegido de tal forma, que todo ello crea en el niño un complejo de inferioridad, unos antojos, un saber que siempre se va a salir con la suya … Siempre hay excepciones, las cuales no confirman regla fija, pero nosotros vemos y comprobamos, que transcurrido cierto tiempo de observación, nos encontramos que el niño se ha adaptado al ambiente, que le rodea, que es feliz entre sus compañeros, con sus profesores y demás personal que le trata. Quizás añore el trato de su familia pero yo pienso que lo que el niño desea es ver si su familia comprende ya su situación, si le da el trato adecuado, en una palabra, el niño está contento. Que también hay otros niños, que están descontentos? De acuerdo, pero descontentos de qué? en este caso nos encontramos con una serie de opiniones, que intentaremos resumirlas en tres: Descontentos de la escuela, del colegio… ¡qué  curioso!, el niño mientras está trabajando en ella es completamente feliz, más si le preguntas ¿Te gusta? entonces parece razonar, duda y por fin te contesta, que no le gusta,  ¿Por qué así?  Porque es más fuerte el recuerdo desagradable de ausencia de enseñanza, mala enseñanza etc. que el agradable, que en ese momento está recibiendo.  Y llegado a este punto nos podemos hacer la siguiente pregunta: Cómo recibe la sociedad al deficiente ya rehabilitado?
Estos niños discapacitados intelectuales se les catalogaba en tres estadios: Ligeros, medios y profundos. En los profundos es muy difícil la rehabilitación, aunque soy de los que opinan, que con un buen tratamiento, se consigue poco, pero se consigue bastante.  Los débiles y los medios con aptitudes mínimas, estoy convencido que sí se rehabilitan.  A lo largo de mi dilatada vida laboral con estos alumnos, he comprobado que muchos de ellos en un tanto por ciento bastante elevado han salido adelante y han encontrado un puesto de trabajo que les ha servido para enfrentarse a sus necesidades vitales.
Doña María Soriano decía “de poco nos sirve que la familia haya comprendido la necesidad de “educara su hijo discapacitado, si la sociedad no los admite dentro de su grey”.
Pero esto es otra historia.
El agua, gota a gota puede horadar el más duro mineral. Si Vd., y Vd. Y todos Vds. Cooperan con sus centros educativos, entonces es cuando de verdad podemos decir:
         HEMOS EDUCADO EFICIENTEMENTE AL NIÑO DISCAPACITADO.

Gerardo Alonso Matías.


domingo, 20 de noviembre de 2016

Entrevista al Hno. Antonio Blanco Rodríguez

Dado su interés, para todos nosotros, transcribimos integra la última entrevista que el H. Antonio concedió a D. Manuel Robles en  “Religión Digital."

Antonio Blanco, Hermano del Sanatorio Marítimo de Gijón

"San Juan de Dios siempre repetía: 'Primero el cuerpo, luego el alma'"
"Es una gracia de Dios el haber dedicado toda una vida a estos chicos y chicas con discapacidad"
"El que escucha a los enfermos tiene la mitad del camino de la misericordia andado"


Por el Sanatorio Marítimo pasan todos los días 250 chicos y chicas, más 135 internos que viven en este centro de discapacitados, situado a las afueras de Gijón, cerca del mar Cantábrico. Pero lo mejor de todo no es el edificio material, sino el aire de familia bien avenida y el cariño que reina entre estos jóvenes discapacitados, los Hermanos de San Juan de Dios y los profesionales que los atienden. El Hno. Antonio Blanco Rodríguez, es natural del Bierzo, exactamente de Rozuelo, (León)  enfermero diplomado, lleva toda una vida repartiendo panecillos de misericordia y, actualmente, es el encargado de la formación religiosa de estos jóvenes con deficiencia intelectual que residen en el Sanatorio Marítimo de Gijón.

-¿Por qué te hiciste religioso de San Juan de Dios?
-En mi vocación influyó muchísimo mi bisabuela, que se llamaba Natalia, porque era una mujer extraordinaria. No había fiesta importante del pueblo que no acudiera a llevar a los más pobres de Rozuelo, (Bierzo) alguna cosa para comer. En Navidad, en la fiesta de la Patrona del pueblo, cuando hacíamos la matanza, allí estaba mi bisabuela apartando alguna cosa para llevárselo a los más pobres del pueblo. Ahí empezó todo para que yo me fuera, en 1952, y con 13 años, a los hermanos de San Juan de Dios a Palencia.

El H. Antonio delante del altar  de la capilla del Marítimo
-¿Qué te dan estos chicos y chicas con discapacidad intelectual?
-A mi me enseñan a ser muy humano. Ellos se mueven siempre por el sentimiento y esperan tu cariño y que les escuches. Pienso que es una gracia muy importante de Dios el haber dedicado toda una vida a estar con estos chicos y chicas. Parece que sólo están para recibir, pero también dan de esa bondad que tienen en el corazón. Yo no cambio mi vocación por nada.

-¿Cómo realizas la atención religiosa a estos jóvenes con discapacidad intelectual?
-Nunca me olvido de que son personas, con una discapacidad intelectual, pero personas. Además hay que llegar a ellos a través de los sentimientos. Les cuesta mucho entender ideas o cosas abstractas, pero entienden bien las cosas a través de los signos, la música y los medios audiovisuales. Por ejemplo, el miércoles de ceniza la homilía consistió en mostrarles una barra de pan y el libro litúrgico de la Palabra para hacerles entender que hay que comer pan y también alimentarse de ese pan que es la Palabra de Dios.

-¿Son capaces de rezar alguna oración cristiana?
-Ya lo creo que si. Todos se saben el padrenuestro, el avemaría y algunos la Salve. El concepto de Dios puede que les resulte algo abstracto, pero la figura de Jesús la entienden perfectamente. Lo mismo pasa con su amor a la Virgen, que lo captan de maravilla. En la Misa dominical participan a través de los signos, de los cantos y del lenguaje audiovisual. Una cosa que es importante para ellos es que la Misa no sea larga, no se puede pasar de los 35 minutos.

-¿La Iglesia en general tiene un poco "olvidada" la misericordia?
-Todo lo contrario, hoy más que nunca la misericordia está en primer plano. Una de las bienaventuranzas para los cristianos es ser misericordiosos como lo fue Jesús con toda clase de personas. También el evangelio nos recuerda esa hermosa parábola del buen Samaritano para que seamos misericordiosos. No cabe duda que en la Iglesia, como humanos que somos, tenemos fallos, pero gracias a la misericordia hemos hecho una gran labor y la seguiremos haciendo.

-¿Qué espera un enfermo cuando alguien le hace una visita?
-Sobre todo que se le escuche. El que escucha a los enfermos tiene la mitad del camino de la misericordia andado. Si yo escucho a un enfermo, será fácil saber qué necesita, si no escucho, hago que aumente su angustia. En este mucho nuestro que va tan rápido, tanto los sanos como los enfermos necesitan que se les escuche. El que está solo, el que se siente débil, el que sufre, lo primero que pide es que se le escuche.

-¿Cómo hacía San Juan de Dios su atención a los enfermos?
-Repetía siempre lo mismo: "Primero el cuerpo, luego el alma". Se preocupaba de tuvieran un lugar digno, cada uno su cama, que se les tratara como seres humanos, aunque fueran pobres. Luego, venían las atenciones espirituales, pero primero la misericordias corporal con el enfermo."


Gerardo Alonso Matías.

sábado, 12 de noviembre de 2016

Antonio Blanco OH. Descansa en Paz.


 El pasado día 21 de Octubre del presente año, fallecía en el Hospital de San Juan de Dios de la ciudad de León, el H. Antonio Blanco Rodríguez, quien durante 6 años había sedo H. Superior de esta casa, Sanatorio Marítimo de Gijón. Nos ha parecido oportuno reanudar nuestro Blog reflejando literalmente la homilía que el H. Marino Sánchez oh, Capellán del Sanatorio Marítimo, pronunció en la misa dominical del día 30 de octubre ofrecida por el eterno descanso del H. Antonio.

       “ ANTONIO BLANCO RODRÍGUEZ EXPERTO Y COMPROMETIDO EN HOSPITALIDAD”

SEMBLANZA

En el mes de noviembre volcamos la memoria hacia aquellos que nos precedieron en el recorrido de la vida; miramos a los santos desde una perspectiva de fe cristiana y a los difuntos desde el recuerdo de su virtuoso ser y hacer al caminar por la vida. Tanto el parentesco como las virtudes de los que aquí tuvimos cerca, nos lleva de la mano al Libro Sagrado   del Eclesiástico   para hacer “el elogio de los hombres de bien cuyas buenas obras no se han olvidado y fueron un motivo de orgullo para sus contemporáneos. Sus cuerpos fueron enterrados en la paz, pero su nombre está vivo por todas las generaciones. Observó la ley del Altísimo, que lo hizo entrar en su alianza; esa alianza fue inscrita en su carne; permaneció fiel en el día de la prueba.” Sirácides (Eclesiástico 44).

A orillas del Danubio
Es obligado para nosotros hacer el elogio del “hombre de bien” que fue el Hno. Antonio Blanco Rodríguez.  Él ha dejado marcadas las huellas de sus pies en el camino de la vida de cuantos tuvimos la dicha de conocerle y disfrutar de su cercanía. El “murió con las botas puestas”. Su compromiso con la Orden Hospitalaria de San Juan de Dios lo llevó hasta el final con la fuerza de una voluntad incondicional.
El Hno. Antonio, quien durante los últimos 6 años se desempeñara como Superior en la Comunidad Juandediana del Sanatorio Marítimo de nuestra Ciudad de Gijón, dio su gran zancada para saltar las barreras del tiempo y alcanzar la puerta de acceso al mundo de la infinitud, al día sin ocaso y de la felicidad sin límites. Setenta y siete años invirtió el Hno. Antonio para recorrer el camino donde Dios le puso en este mundo: Antonio había nacido en Rozuelo (León) el 8 de mayo de 1939 y falleció en León, Hospital San Juan de Dios, el pasado 21 de octubre.  Desde muy joven se inició en la vida y obra de San Juan de Dios, como colegial en Palencia; con 18 años elige como hoja de ruta la vida en hospitalidad, y se consagra a Dios en la vida religiosa, comprometido con los votos de pobreza, castidad, obediencia y hospitalidad. Este compromiso, asumido con responsabilidad, enmarcó y dio sentido a las sucesivas etapas de su vida, haciendo camino al andar.  Comprometido con los votos de obediencia y hospitalidad, como hilo conductor, recorrió con fidelidad el camino que por vocación decidió emprender: período de formación; ejercicio directo de la hospitalidad como enfermero; misionero en   Bolivia; asumió con probada responsabilidad la dirección   de Comunidades, Centros Hospitalarios y Centros de formación. Los mimbres que entretejieron y dieron contenido a la vida de nuestro Hno. Antonio podemos concretizarlos de esta manera Como cristiano sabía muy bien que “el justo vive por la fe”.  Atento a la llamada de Jesús, se fió de su palabra: “El que me siga le haré ver la salvación de Dios.” “Si el grano de trigo cae en tierra y muere da mucho fruto”.   Y atento igualmente a la llamada a la hospitalidad, se le hacen exigencia las palabras de Juan de Dios: “Si vienes a esta casa de Dios ha de ser para trabajar y no holgar, donde al hijo más querido se le dan los mayores trabajos”.   

Haciendo el Camino de Santiago
                                                                                                                                                     
Fue un convencido de su fe y su vocación y así vivió empapado en el evangelio de la misericordia bajo la insignia y bandera de S.   Juan de Dios: “Tengan siempre caridad, que donde no hay caridad no está Dios, aunque Dios en todo lugar esté”. “Tengan todos muy presentes el fin altísimo para el que vinieron a la Orden. No fue otro que el atender caritativamente a los enfermos. Atendedlos con todo cariño. Sacrificaos por ellos como Cristo se sacrificó por nosotros. No os separéis de su lado, y cuanto sea mayor el peligro, más adictos y abnegados debéis mostraros con ellos” (Bto. Guillermo Llop).                 

 Y pasó, Como Jesús, haciendo el bien. Convencido de que “en el ocaso de la vida seremos examinados en el amor”; estas palabras de San Juan de La Cruz, se hacen verdad en el evangelio de San Mateo: “Venid, benditos de mi Padre, a poseer el reino, porque tuve hambre y sed, estuve desnudo, enfermo y en la cárcel… y en todo me socorristeis”.
Este es el mensaje que Antonio encarnó en su vida y hoy nos deja como herencia: “Que la paz de Cristo habite en vuestros corazones, permaneced firmes en la fe, constantes en el amor y alegres en la esperanza”. Y aunque la vida se te haga cuesta arriba no te rindas: “No te rindas, aún estás a tiempo de alcanzar y comenzar de nuevo, aceptar tus sombras, enterrar tus miedos, liberar el lastre, retomar el vuelo. No te rindas que la vida es eso, continuar el viaje, perseguir tus sueños, destrabar los escombros, y despertar el cielo…” (Mario Benedetti)
Hoy es nuestra voluntad obligada rendir homenaje agradecido a nuestro Hermano Antonio,quien en su ejercicio como Superior de la Comunidad del Sanatorio Marítimo, y muy consustanciado  con la cruz de la enfermedad que le acompañó en la prolongada y última etapa de su vida, siempre nos brindó  sonrisas y serenidad, afecto  y cercanía a cuantos él entrañablemente amaba, los más débiles, los más  necesitados de salud, cariño y dedicación. Gracias Hno. Antonio por el legado espiritual que nos has dejado, el camino que nos has trazado y el estímulo que nos ofreces para seguir abriendo caminos de fe, amor y esperanza en un mundo ahíto de valores evangélicos como los que tú has vivido con tanta intensidad, voluntad y compromiso. 


Semblanza-Homilía en la Misa Funeral celebrada en el Sanatorio Marítimo de Gijón con la concurrencia de Comunidad Religiosa, Familiares del Hno. Antonio; Usuarios del Centro, Colaboradores, Voluntarios y los muchos amigos que lo conocieron y experimentaron su afecto y cercanía durante los seis últimos años que se desempeñó como Superior de este Centro. Todos participamos con dolor y esperanza; con pena y alegría en la celebración pascual de nuestro querido Hno. Antonio. Oración, palmas y lágrimas formaron un amasijo de sentimientos y ofrendas implorando, para él,  la resurrección con Cristo y el premio de la vida eterna.”
Marino Sánchez oh. Capellán del Sanatorio Marítimo.